Acequias

La gran llanura regada por los ríos Genil, Dílar y Monachil ha ido ligada históricamente a la ciudad de Granada, hasta el punto de que no se pueden comprender una sin la otra. Gran parte de la economía de la comarca ha dependido de la llanura agrícola que supone la Vega. Este lugar se ha ido transformando a lo largo de los siglos dependiendo del cultivo que se diese en cada época, condicionado este último por cuestiones económicas o de necesidad.

Sin embargo la monumentalidad que merece ser conservada en este entorno tiene carácter horizontal: un sistema de acequias y pagos diseñados y construidos en el Siglo XI que han permanecido intactos hasta nuestros días.

Mapa de acequias de Granada. POTAUG, página 55

Los orígenes de esta vega agrícola se remontan a la Granada musulmana, cuando se trazaron las acequias principales (Como la Acequia Gorda, Tarramonta o Arabuleia) que toman agua de los ríos y surten al territorio.

En aquella época también se establecieron los pagos y turnos de riego, que mediante un complejo pero muy eficiente sistema que ha llegado hasta nuestros días, reparte el agua entre los diferentes solares agrícolas. El principal aporte económico de la Granada musulmana, eran los tejidos de seda, de forma que la Vega estaba principalmente cultivada con árboles de morera que servían para alimentar gusanos de los que obtener este preciado tejido.

Tras la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos en el 1492, los cristianos tomaron el control del sistema de riego, pero al no entenderlo no sabían hacerlo funcionar correctamente. Esto trajo bastantes desórdenes y robos de agua, que hicieron que unos años después, los mismos reyes católicos expidieran una Real Cédula que permitía a los musulmanes conversos que habían sido acequieros antes de la ocupación cristiana, manejar las acequias.

En esta época, de auge del comercio naval con América, en la Vega se estandarizó la plantación de cáñamo para la elaboración de cordaje para velas. La elaboración de cuerda exigía introducir las fibras de cáñamo en agua durante el tiempo suficiente como para permitir que se pudriesen y ganasen flexibilidad. Así nacieron las primeras infraestructuras agrícolas de la Vega aparte de las propias acequias: Los pudrideros. Con esta industria, Granada surtirá a todos los barcos españoles de forma casi exclusiva hasta el s.XIX, cuando la máquina de vapor haría que los comenzaran a prescindir del cáñamo.